Los polinomios es un tema árido de trabajar. Entramos en la parte más abstracta del Àlgebra, con objetos matemáticos a los que, de entrada, cuesta encontrar la utilidad. Cuando algún alumno pregunta, “Profe, ¿esto para qué sirve en la vida real?”, el profe, por primera vez, se queda sin argumentos.
Para lubricar la clase, el profesor provoca a los chicos y las chicas con un chiste clásico, que se puede encontrar en internet:
El alumnado de 3º de ESO es particularmente imaginativo. Y muestra un dominio de castellano excepcional. Contraataca. En dos o tres sesiones, ha inventado hasta 4 chistes más sobre los polinomios.
El humor en el aula es un recurso más. Además de mejorar el ambiente y propiciar que el alumnado vea la materia con mayor simpatía, puede esconder un sentido más profundo. Captar los juegos de palabras, el doble sentido de los chistes ayuda a afianzar lo aprendido. Cuando somos capaces de crear una broma en base a un concepto abstracto es que lo dominamos.
El profesor tiene una colección de un centenar de chistes matemáticos, que intenta administrar a lo largo del curso. Algunos se los han regalado alumnos y alumnas, y los guarda como un tesoro precioso.
colección de chistes matemáticos
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