La sesión de enero del club de lectura, nos acercó un
clásico: “La casa de Bernarda Alba”. Nunca defraudan los clásicos, el localismo
universal de García Lorca sedujo nuevamente a todas las personas que leímos o
releímos de nuevo la obra de las dos orillas del Mediterráneo. Toda obra de
teatro está a medio escribir, falta la otra mitad: la representación o en este
caso la imaginación del lector que completa la obra.
El debate convirtió a
los y las asistentes en espectadores de esas múltiples interpretaciones. Cada
interviniente apreció diferentes facetas, los signos escénicos, las metáforas,
los símbolos… Guiños del poeta, que aparecen y reaparecen, guiados por el
“duende”.
Bernarda, personaje central, no deja indiferente a ningún
lector o lectora. Bernarda desata las ganas de participación, de oposición, de
rebelión. Bernarda nos mueve a la acción, a gritar libertad. Y así fue.
Bernarda Alba, oscuridad y represión, pero ¿por qué? y ¿para
qué? ¿Qué tenemos de Bernarda? ¿Nos da miedo ser libres? ¿Envidiamos a aquellos
y a aquellas que tienen la fuerza de desearla, la fuerza de buscarla? Una vez
más, Lorca.
La próxima cita es el 27 de febrero con Virginia Woolf y su
obra “Una habitación propia”.
Nos vemos.
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