Unos 30 caminantes nos hemos
reunido en el aparcamiento de “Marjane”, con ganas de hacer la primera caminata
de 2018. Entre los asistentes, mucha
biodiversidad, como nos gusta: alumnado de todas las edades, profesorado,
madres, amigos del Colegio… Se ha echado
en falta al alumnado de 3º de ESO.
Alguno ha comentado que la cama no le dejaba salir. Chicos, una excursión sin nadie de 3º no es
lo mismo…
Las calles del barrio del
Mirador Alto son un laberinto. Hemos
tenido que rectificar varias veces, pero finalmente hemos encontrado la casa de
los hermanos Akhlal. En esta foto
estamos cantando una canción para que bajaran, y se añadieran al grupo. Sólo lo hemos conseguido con Chaimae, ¿tanto
desafinamos, Nezha?
Las cuestas eran fuertes, pero
hemos llegado a un punto donde hemos entendido porque el Mirador se llama “mirador”. Las vistas a los barrios periféricos de la ciudad,
que crecen día a día de manera caótica, eran impresionantes. De fondo, el Mediterráneo en calma…
Poco a poco, hemos dejado atrás las
últimas casas del Mirador. Hemos seguido
subiendo hasta un depósito de agua y los restos de unas construcciones que
fueron puestos fortificados en las Guerras del Rif. Las vistas hacia la ciudad todavía eran más
espectaculares.
Hoy nos ha pasado en varios
puntos del itinerario. Un grupo de
chiquillos del barrio, con gran curiosidad, nos ha seguido un tramo. No están acostumbrados a que pasen grupos de
excursionistas por la zona. Como buenos
rifeños, se subían a todo elemento elevado del paisaje. ¡Que los niños conserven siempre su
curiosidad!
El siguiente lugar de interés de
la excursión eran las rocas de Xauen (“cuernos”, Chucca Matruca para los
rifeños, Monte Malmusi para los españoles).
Son unos afloramientos rocosos característicos, un sitio muy especial.
De nuevo en la pista, el barro nos
ha hecho formar una fila. Las lluvias de
las últimas semanas serán magníficas para los campos. Antes de llegar a Tighanimine, parada para
reponer fuerzas.
Hemos cruzado la carretera de
Izemmouren, y hemos subido por otro barrio laberíntico. Era la segunda subida fuerte del día. Pero pronto hemos vuelto a los senderos entre
las colinas. En el paisaje destacaban
casas tradicionales aisladas, con su oasis de vegetación (chumberas, pitas,
higueras…).
En una de las casas
tradicionales, ha saltado la sorpresa.
Ha salido la familia, y nos ha ofrecido pan recién horneado y agua. “Aghrum” y “aman” para el caminante, ¿puede
haber mejor muestra de hospitalidad? Hemos podido ver los elementos del modo de
vida tradicional del Rif.
En la última casa que hemos
cruzado, unos niños jugaban con el juguete más sencillo posible: un neumático,
que hacían girar con un palo. Han
compartido el juego con los caminantes cadetes del grupo. Los “cazadores de círculos” han podido
retratarlos.
La bajada la hemos hecho por el
sendero que conocimos en la primera excursión de septiembre, a Monte
Palomas. Progresivamente, la ciudad se
hacía más y más grande…
En las laderas de las colinas, los campos de trigo ya
verdeaban. Aunque sea enero, el Rif
verde llega con fuerza. Al llegar a
la rotonda de entrada a Alhucemas, nos ha sorprendido un almendro, en flor.
Y hasta aquí la 5ª excursión del
curso. Hacia las 2 estábamos de nuevo en
casa, con sano cansancio, oxigenados, y contentos por haber compartido otra
mañana paseando y conociendo los alrededores de Alhucemas. La excursión de febrero será hasta Sfiha por
senderos de la costa, por un terreno un poco más difícil. Pero esto ya será otra historia…
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